martes, 1 de noviembre de 2011

EL HOBBIT: EL VIAJE, UNA VEZ MÁS (2)


Un crecer en nobleza

           
                Constituye ya un tópico de la crítica decir que El Hobbit trata del "crecimiento" o "maduración" del personaje. Así, por ejemplo, para K. Crabbe, "Desde el punto de vista temático, The Hobbit tiene que ver ante todo con una madurez en crecimiento" 1 J. Nitzsche se referirá a la obra como "A story about growing up or maturation"2, mientras que desde su perspectiva férreamente psicoanalítica afirmará R. Helms que "TheHobbit is so frankly about growing up" 3.
                Por su parte, el mismo Tolkien aludirá posteriormente a la obra destacando su propia visión de la misma. Uno de sus juicios más rotundos es el que puede leerse en una carta que escribiera a Rayner Unwyn, a fines de 1965:
                La historia y su secuela no son sobre «tipos» ni sobre la cura de la presunción burguesa mediante una experiencia más vasta, sino sobre las hazañas de individuos que han recibido gracias y dones especiales. Yo diría, si el decir tales cosas no malograra lo que se trata de explicitar, «por individuos escogidos, inspirados y guiados por un Emisario hacia fines que exceden su capacidad y educación individuales». Esto está claro en El Señor de los Anillos; pero está presente, aunque velado, en El Hobbit desde el principio, y a esto se alude en las últimas palabras de Gandalf4.
                Se trata pues de un crecimiento, por cierto, pero entendido de un modo muy determinado: el personaje debe cumplir una misión muy por encima de sus propias fuerzas, acatando los designios de la Providencia, y al hacerlo sirve al bien común. También aquí vemos que Tolkien integra la gran tradición literaria de Occidente. Se cumple de modo acabado en El Hobbit lo que A. Várvaro dice a propósito del ciclo artúrico:
                [...] la preocupación por resolver en beneficio colectivo la aventura individual del protagonista de la novela es un fenómeno constante en la literatura medieval. [...] La hazaña del héroe es algo absolutamente personal, irrenunciable y sin posibilidad de ser compartido con otros, pero su resultado no es gratuito, no tiende sólo a acrecentar de forma egoísta la gloria personal; además de esto adquiere una dimensión significativa más profunda en cuanto contribuye a restablecer una situación de armonía 5.
Otra carta de Tolkien arroja abundante luz sobre la cuestión. Lamentando ciertas intervenciones del «narrador adulto» en supuesto beneficio de un público infantil, actitud condescendiente que tiene que ver con la génesis concreta de la novela, dice:
                 El tono y estilo en general diferentes de El Hobbit se deben, en cuanto a su génesis, a que lo tomé como un asunto del gran ciclo susceptible de ser tratado como «cuento de hadas», para chicos. Algunos detalles de tono y tratamiento están, pienso ahora, equivocados, incluso sobre tal base. Pero no desearía cambiar mucho. Pues en efecto este es un estudio del simple hombre ordinario, ni artístico ni noble y heroico (pero no sin las semillas latentes de estas cosas) destacado contra un marco elevado -y de hecho (como lo percibió un crítico)- el tono y el estilo cambian con el desarrollo del hobbit, pasando desde el cuento de hadas a lo noble y elevado y volviendo a descender con el regreso 6.
                 Un estudio del hombre ordinario, simple, no particularmente dotado como artista ni como héroe, al menos a simple vista. Pero allí están las "semillas". En todo hombre hay vocación a lo grande y noble. El cristiano que es Tolkien comprende muy bien que somos un "pueblo de reyes". Las capacidades dormidas despiertan por obra del toque de la Gracia, que busca no la muerte sino la plenitud de la naturaleza, el total desarrollo de aquellas "semillas". Bilbo es el hombre común que se ennoblece, tema que era muy caro a Tolkien:
                 Hay por supuesto ciertas cosas y temas que me conmueven especialmente. Las interrelaciones entre el «noble» y el «simple» (o común, vulgar), por ejemplo. Encuentro especialmente con-movedor el ennoblecimiento del humilde 7.
                 Ese hombre vulgar, librado a la inercia de su vida más o menos próspera, malograría el designio divino que alienta en lo más íntimo de su ser. Como la cizaña de la parábola, la comodidad y la buena consideración del "mundo" ahogarían la buena simiente. Enredado entre tantas cosas, no necesariamente malas todas ellas en sí mismas, Bilbo se frustraría. Le era preciso ser arrancado, con cierto grado de violencia, y que se despojara de todo aquello, no para perderlo para siempre, sino para recuperarlo después transfigurado, para valorarlo en su justa medida. Bilbo necesitaba renunciar para poseer, abando¬nar para retomar, perder su vida para encontrarla. Y el modo de hacerlo fue, en su caso, el viaje.
               Iremos pues acompañando a Bilbo en su caminar, atentos más bien a lo que va ocurriendo en el espíritu del hobbit.

(Continuará...)
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Notas:
 
1             CRABBE, Katharyn F. J.R.R.Tolkien. México, FCE, 1983, pp.48-49.
2             NITZSCHE, Jean. Tolkien's Art. London and Basingtoke, Macmillan, 1979, p.31.
3             HELMS, Randel, Tolkien's World. London, Thames and Hudson, 1974, p.49,
4             Letters of J.R.R. Tolkien. A selection edited by Humphrey Carpenter with the assistance of Christopher Tolkien. London, George Allen & Unwin, 1981, p.365. La traducción es nuestra.
5             VARV ARO, Alberto. Literatura Románica de la Edad Media. Barcelona, Edit. Ariel, 1983, pp.314-315.
6             En carta a Milton Waldnian, en 1951; Letters, p. 159. El subrayado es nuestro.
7             En carta a la Houghton Mifflin Co., del 30-6-55; Letters, p.220.

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